FUENTE: el rincon del tibet
En el siglo XVIII, besarse bajo el muérdago tomó un nuevo significado. Se creía que una joven bajo el muérdago no rechazaría ser besada, y que un beso apasionado podría significar el comienzo de un gran romance. Por el contrario, si una mujer no era besada mientras estaba bajo el muérdago, significaba que no se podría casar durante otro año. No hace falta decir que la Navidad para las chicas jóvenes durante el siglo XVIII estaba tan llena de estrés como de alegría navideña.
Después, tras cada beso bajo el muérdago, el hombre debía arrancar las bayas de la planta.
De acuerdo con la costumbre, el muérdago no debía tocar el suelo desde que es cortado hasta el día de Candelaria (2 de febrero); a veces podía permanecer el resto del año para proteger la casa de los rayos o el fuego, hasta que fuera reemplazado la siguiente víspera de Navidad. La tradición se extendió en todo el mundo angloparlante, aunque es prácticamente desconocida en el resto de Europa. En América se utiliza el Phoradendron serotinum y en Europa el Viscum album.
Loki buscó algo que matara a Baldur, pero al no encontrarlo, habló con la propia Frigg disfrazado de anciana. La atosigó hasta que confesó. Entonces huyó y cogió una rama de muérdago, con la que hizo una flecha.
Debido a que Frigg había hecho prometer a todos que no dañarían a Baldur, este se creyó invulnerable y pidió a los dioses que le lanzaran todos los objetos dañinos que tuvieran, ya que no le harían nada. Entonces Loki dio la flecha a Höðr, el hermano ciego de Baldur, ayudándolo a disparar. Como era de esperar, la flecha mató a Baldur.
Frigg, aún sabiendo que Baldur estaba condenado, intentó alterar su destino. Tras su muerte intentó rescatarlo del inframundo. En algunas versiones, a partir de entonces el muérdago se convirtió en sagrado ya que Frigg prometió que no se volvería a utilizar como un arma, besando a todos los que estuvieran bajo él. Además, sus lágrimas por la pérdida de su hijo se convirtieron en las bayas blancas de la planta.
Plinio el viejo, Historia natural XVI.95
El acebo (Illex aquifolium) también fue usado por los druidas, ya que, como el muérdago, permanecía verde mientras el sagrado roble perdía sus hojas. Los druidas entonces llevarían ramitas de acebo en sus cabellos. Esta costumbre era común con el muérdago
En el Imperio Romano, durante los Saturnales, una fiesta carnavalesca dedicada a Saturno durante siete días, del 17 al 23 de diciembre, los romanos se intercambiaban ramitas de acebo, entre otras plantas, y engalanaban a la efigie del dios con ellas. Los Saturnales no era una festividad limitada a un lugar de culto, sino que podía ser celebrada en cualquier lugar. Incluso después de eliminarse del calendario oficial continuó como una celebración secular.
El papa Julio I decretó en el siglo IV d.C, que el nacimiento de Jesús debía celebrarse el 25 de diciembre. Se sugieren varias posibilidades para la elección de fecha:
- Presentar una alternativa a los Saturnales
- Celebrarlo el día decretado por Aureliano en el 274 d.C. como día de Sol Invictus para conseguir más conversiones manteniendo el día de fiesta.
- Asumió que Jesús moriría en el aniversario de su concepción, el 25 de marzo durante el siglo III d.C, por lo que su nacimiento serían nueve meses después.
Sin embargo, el uso de plantas perennes, como el laurel, no sobrevivió, ya que fue prohibido por el obispo Martín de Braga en torno al año 575 d.C. por ser un símbolo pagano[1][2]. Terminaría así con una costumbre considerada un buen augurio para el año nuevo. No volvería a hablarse de usar plantas como decoraciones navideñas hasta finales del siglo XV en Italia, según Polidoro Virgilio, o en Estrasburgo, según dos testimonios. Sería en Estrasburgo donde un siglo después aparecería uno de los primeros árboles de Navidad. También hay canciones y villancicos durante esta época en Inglaterra que señalan las decoraciones con el acebo, muérdago, hiedra, boj o laurel en las parroquias.
Desde entonces la tradición mantendría su continuidad y convergería el uso de estas plantas perennes. En Europa se usaban dos tipos de acebo. Si era espinoso, anunciaba que el esposo mandaría durante el año siguiente. Si no, sería la esposa. En Inglaterra, los apicultores los colocaban sobre sus colmenas, considerando que zumbaban en honor al niño Jesús.
Como estaba ligado con la idea de la paz y la alegría, se solían resolver disputas bajo el acebo. Si se plantaban cerca de una casa, se decía que alejaba a las brujas y protegía contra las tormentas y los rayos. En la cabecera de la cama, se creía que traía buenos sueños.
Aunque, como he dicho, el acebo y el muérdago no son las únicas plantas asociadas con la Navidad, son las más predominantes. El hecho de colgarlas y la presencia de pequeñas bayas también han facilitado su confusión. Como era una costumbre predominantemente noreuropea, llegaría exclusivamente a Norteamérica, como Acción de Gracias y Halloween. La predominancia de los medios anglosajones han hecho que el resto del mundo también lo asocien con la época navideña. Hoy en día se enfrentan a la flor de Pascua, que tiene una historia independiente, y el abeto como símbolos vegetales de la Navidad.
FUENTE: concienciacolectiva.es
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