Nada nos confronta más con el verdadero significado de la vida que la sola posibilidad de perderla, la sola posibilidad de morir nos hace cambiar la perspectiva de la vida y nos hacemos más conscientes de las cosas que hemos hecho, que hemos dicho y lo que nos falta por hacer, sentir que disminuye la salud con una enfermedad crónica puede llevarnos a una depresión y no permitirnos darnos cuenta de la responsabilidad y protagonismo de este proceso en nuestras vidas.
El transitar por una enfermedad parece dejarnos con muy pocas cosas qué elegir; no escogimos esta situación, nadie nos preguntó si nos parecía justo y tampoco nos dan respuestas absolutas y definitivas sobre nuestro futuro. Estamos a la deriva o eso parecería. Sin embargo, la tanatología, disciplina reciente en nuestro país (16 años) nos invita a vivir estos procesos con absoluto protagonismo, con una actitud de aceptación más no de resignación.
La diferencia entre una y otra es que la resignación es una pose de brazos cruzados, como si ya no hubiera nada más por hacer .Todo está impuesto; medicamentos, horarios y condiciones. En cambio la aceptación es una postura de brazos abiertos donde se reconoce lo que se tiene y se está en actitud para lo que haya que hacerse. La aceptación es activa y te posiciona en una silla de poder donde no eres víctima de lo que ocurre sino corresponsable de tu curación.
Para nuestra mente y espíritu esta es una enorme diferencia ya que la depresión, que muchas veces es el verdadero enemigo a vencer, avanza en cuanto nos asumimos como piezas de un ajedrez sin voluntad. En cambio ante la responsabilización, la depresión y tristeza retroceden para dar paso a la acción.
Si mi vida fuera una telenovela yo querría desde luego el papel protagónico, no se lo cedería a mis hijos o mi médico, tampoco renunciaría a las responsabilidades que conllevan el que este melodrama lleve mi nombre como título. Es mío y me pertenece como me pertenece mi cuerpo, mi biografía y mi voluntad de sanar.
Diagnóstico no es sentencia de muerte
Uno siempre tiene una participación activa en los procedimientos quirúrgicos ya que lejos de lo que se creería no basta nuestra presencia inmóvil en un quirófano. Se necesita de preparación mental previa, tranquilidad y actitud positiva. Pensamientos de luz y esperanza, confianza en el médico, alimentarnos bien y dormir los días previos a la intervención. Mantener tranquila nuestra mente para no alterar presión arterial, intracraneal y ocular. En fin, estoy haciendo mucho cuando parece que yo no estoy haciendo nada y sólo me encuentro en manos del destino.
Entender cómo puedo dominar mis miedos y nerviosismo con meditación, relajación y lecturas que me inyecten ganas de vivir me hará subir las probabilidades a cero complicaciones en mi cirugía y recuperación.
La consejería tanatológica puede ayudarnos, es un acompañamiento de escucha activa que pone tus miedos sobre la mesa para hablar de ellos y hacer que dejen de perseguirnos por las noches. Todo es mucho menos amenazador cuando se le ve de frente.
Aunque la etimología de la palabra Tanatología pudiera remitirnos a muerte, sobre la muerte no hay nada que hacer. Es absoluta, definitiva e irreversible. En cambio sobre la vida hay todo por lograr por eso la Tanatología nos habla de vivir con responsabilidad y contento cada situación de nuestra existencia. Asumiendo a veces que el mismo sufrimiento es prueba de vida.
Conocer sobre el dolor y el duelo no es vacuna contra el sufrimiento pero nos da el conocimiento necesario para saber cuándo estamos actuando de manera normal o nuestro comportamiento ya es atípico y preocupante.
FUENTE: gabytanatologa